28/11/08

Breves reflexiones sobre cooperación internacional y trabajo social: Otro mundo no sólo es posible sino necesario. (Parte I)

En este post voy a recoger mis impresiones sobre cooperación internacional, trabajo social y ayuda humanitaria. Aviso a los posibles lectores de que se trata de una visión incompleta y quizás demasiado parcial. Mi experiencia en estos ámbitos es bastante escasa y en el caso de la cooperación y la ayuda humanitaria se refieren a un caso muy especial por lo complejo políticamente que resulta. Quizás sea muy aventurado tratar de obtener conclusiones de forma tan precipitada. No obstante, pese a mi escepticismo, algún día espero poder dedicarme a la cooperación y poder ofrecer una visión más íntegra.

A menudo, cuando se habla de un mundo mejor, se piensa en las ONG´s y demás organismos dedicados a la cooperación como los mejores instrumentos para conseguirlo. Se dice que debe aumentarse el dinero destinado a la cooperación y al trabajo social, para acabar con la pobreza en el “tercer mundo” y con la conflictividad y los problemas sociales en nuestras ciudades del primer mundo. Es decir, se reduce el problema de la pobreza y de la conflictividad a una cuestión de insolidaridad. O lo que es lo mismo, un mundo mejor pasa necesariamente por ser más solidarios.

Yo tengo mis reservas. La actuación de las ONG`s, o lo que es lo mismo, la solidaridad no es una solución a largo plazo para conseguir un mundo mejor (o al menos el mundo mejor que yo quiero). La cooperación y el trabajo social sólo son parches (necesarios, pero parches al fin y al cabo) para un problema estructural, que en mi opinión hunde sus raíces en lo más profundo de nuestro modelo social y económico.

Voy a ilustrar el problema con dos ejemplos, ambos experiencia personal mía.

Durante 2 años he sido voluntario en un centro de día. En este centro están recluidos durante las tardes chavales y chavalas derivados de los servicios sociales, o lo que es lo mismo, en situación de riesgo social. Suelen ser hijos de inmigrantes y monoparentales. Cuando se habla en la calle de los problemas de la juventud a menudo se achaca el problema a la permisividad de los padres o al mal ejemplo que estos dan. Sin lugar a dudas, este puede ser uno de los factores, pero no el único. Mi experiencia personal me dice que la mayoría de ellos serian buenos padres, y desde luego todos quieren lo mejor para sus hijos. Sin embargo, no pueden atenderlos. La mayoría de ellos se encuentra en una situación laboral precaria que impide que puedan hacerse cargo de sus hijos debido a la cantidad de horas que trabajan. Obviamente con sus familias muy lejos, y sin poder pagar una niñera, la mayoría de estos chicos pasan la tarde en la calle, que modela su carácter y su comportamiento.
Por tanto, podemos aumentar el gasto en servicios sociales, y atender a un porcentaje mayor de chicos que se encuentren en esta situación, pero si no cambiamos nuestro mercado laboral, no atacamos la raíz del problema. Por cada chico que se “corrija”, se estarán formando 5 en esta situación. Este mismo ejemplo puede ser fácilmente extrapolable al problema de los toxicómanos. Desde luego, resulta mas fácil echar la culpa a los padres que asumir otras causas del problema.

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