18/11/08

La verdad sobre la competencia

"Three switched witches watched a few Swiss Swatch watches"

En economía se suelen hacer suposiciones y presunciones a la hora de crear un modelo. La más usada es la de competencia perfecta. ¿Qué significa competencia perfecta? Que los ingresos derivados de producir un bien equivalen al coste de los inputs necesarios para hacerlo (precio igual a coste marginal), por lo que los beneficios son cero ya que hay tantas empresas y consumidores que ninguno puede alterar el precio marcado por la oferta y la demanda. Sé que es superficial y necesita aclaración pero nos vale con esto para la tesis que vengo a exponer.

Cuando se discute sobre economía e intervencionismo, una de las principales razones que se arguyen es que si una empresa/industria/actividad da muchos beneficios, esto hará que otros agentes tengan incentivos a introducirse en este mercado por lo que el precio al final bajará hasta acercarse al coste marginal y volvemos al bonito mundo de la competencia perfecta. Este argumento se usa mucho para justificar la privatización de empresas estatales que ostentan monopolios.

Ahora bien, ¿se comportan las empresas como predice el modelo?

He encontrado en un weblog, muy interesante y que recomiendo, un par de posts que ilustran este tipo de toma de decisiones: El caso Swatch y Apple, océano Rojo o océano Azul. Se trata la situación de los relojeros suizos (que dominaban el mercado) en los años 70, cuando aparecen los relojes digitales japoneses.

En principio esto supuso la devacle para los suizos, que vieron muy mermadas sus ventas. Se parece a la situación del modelo, por lo que ahora el adivino economista podría decir que los precios de los relojes bajaron porque ambas industrias se enfrentaron en una despiadada lucha por la cuota de mercado. En en gurusblog denominan esta competencia como "océano rojo", un lugar donde es muy difícil conseguir beneficios y existen grandes probabilidades de que muchos se vayan a pique por la lucha.

Pero Swatch (una aglomeración de productores suizos creada ad hoc para hacer frente a los nipones) optó por otra vía. Creó un producto diferenciado, inventó el coleccionismo de relojes para la masa de consumidores y la jugada le salió muy bien. En vez de enfrentarse a una competencia darwiniana, saltó a un "océano azul" donde no había otras empresas y mantuvo su monopolio (y beneficios).

El resultado es que ambas industrias nadaron en aguas tranquilas evitando la competencia que reduciría los beneficios a cero. Se demuestra que la toma de decisiones de la empresa está influida por muchos más factores que la mera posibilidad de ganar beneficios y, principalmente, que evitarán la competencia a toda costa.

En conclusión, que se alcance una situación de competencia perfecta sería maravilloso, pero es prácticamente imposible por los mecanismos de toma de decisiones de los agentes. Aún así, puede que el siglo 21 nos depare una sorpresa gracias a la "economía de la información".

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