24/10/08

"La raza humana es igual en todas partes..."

"La raza humana es igual en todas partes. La inmensa mayoría emplea todo su tiempo en trabajar para vivir, y le abruma de tal modo la libertad de que goza, que pone de su parte lo que puede para perderla."

Esta contundente cita la saco de un libro del siglo XVIII. ¿Han cambiado las cosas?

En aquella época y hasta hace poco la mayoría de las personas tenían que trabajar para vivir, y trabajar muy duro y muchas horas para poder comer al volver a casa. Las horas que tenían libres habían de dedicarlos a tareas como llevar la casa y atender a las gestiones que tuvieran pendientes. Si quedaba algo de tiempo los fines de semana se podían permitir el lujo de hacer lo que todo el mundo, darse una vuelta y socializar un poco.

¿Tenían posibilidad de ser libres?

Depende de cómo entiendas la libertad. Yo entiendo la libertad en el sentido que le da J.A. MARINA en Teoría de la Inteligencia Creadora. En este sentido, hace algunos años (en España) o siglos, la mayoría ni era ni podía ser libre.

¿Y ahora?

En la actualidad, salvo la notable excepción de la vivienda, se pueden satisfacer las necesidades básicas con sueldos bajos, como por ejemplo con un empleo a tiempo parcial. Pero la mayoría decide sacrificar un tercio de su vida (o más) para poder tener un "nivel de vida" más alto. De todas formas, si asumimos que duermes otro tercio del día, todavía tenemos el último tercio para dedicarlo a nosotros. Esto no es verdad, si tienes jornada partida lo normal es que termines la jornada a las 7 u 8, si llegas a casa a las 9 y te acuestas a las 12, tienes cuatro horas (un sexto). Descontando las tareas y gestiones que tengamos que tratar (en esto sí que hemos avanzado siendo todo mucho más fácil), nos quedan unas 2 maravillosas horitas que aprovecharemos viendo la tele o saliendo a comprar.

¿Somos libres?

Para mi la respuesta es obvia: NO. Lo que es peor, ni siquiera nos lo planteamos. Asumimos que es lo que hay que hacer porque todos lo hacen. Incluso estamos dispuestos a suscribir jornadas reales de 12 horas (si no me crees pregunta a algún auditor) para poder pagar una tele más grande.

¿Podríamos serlo?

Esta es la questión que realmente importa. SÍ podríamos serlo, pero no lo hacemos. Nos asusta, el motivo es que para ser libres hay que tomar decisiones, hay que ser capaz de desvincularse de la dirección que lleve la sociedad cuando no nos satisfaga y también hay que asumir la responsabilidad de la libertad ostentada. Esto no es fácil, nunca lo ha sido (ahí radica su valor), pero ahora lo tenemos un poquito menos difícil.

La propuesta

Se libre de verdad y planteate si el destino que se te tiene preparado es lo que realmente quieres.

PD: ¿alguien se atreve a aventurar el título o el autor del clásico de donde saqué la cita?

21/10/08

Sacado de El País

No quiero caer en la tónica de ir recopilando cualquier fragmento de pensamiento que me parezca interesante, sobretodo sin añadir nada mío, pero, tras leer este artículo de Paul Krugman, me ha parecido un imperativo moral el transmitirlo a nuestros lectores (si los hay).

http://www.elpais.com/articulo/semana/Quien/era/Milton/Friedman/elpepueconeg/20081019elpneglse_7/Tes

No dejeis de leerlo porque es sumamente interesante. Por mi parte llega en el preciso instante en el que estoy conociendo el pensamiento de Friedman directamente de la fuente con "Libertad de elegir", cuando termine con el libro intentaré dejar una reflexión sobre nuestro querido Milton (obviamente ilustrada/condicionada por el artículo de Krugman).

14/10/08

Sacado de otro blog

Un artículo muy interesante que además añade un escrito de Pérez-Reverte que me parece indispensable, no os lo perdais:
http://www.gurusblog.com/archives/la-politica-educativa-en-espana-no-es-urgente-pero-si-importante/13/10/2008/

La verdad reconfortante

Mientras volvía a casa en el metro me vino a la mente este tipo de verdad: la reconfortante. Este es el nombre que me parece más apropiado a aquellas "verdades" que nos hacen creer que entendemos el mundo. Es decir, no nos reconfortan porque lo que digan nos haga sentirnos mejor, sino porque son verdades fáciles, accesibles a cualquiera, que no requieren mucha recapacitación y nos proporcionan el agradable sentimiento de comprender lo que nos rodea.

Como me parece que no me estoy haciendo entender pondré algún ejemplo. La frase "piensa mal y acertarás". Tiene mucha verdad dentro, pero provoca unos efectos muy dañinos en aquellos que la siguen a raja tabla: aislación. Otro caso es "los poderosos/ricos siempre ganan", francamente si enfrentamos a alguien poderoso con alguien que no lo es el primero tiene ventaja, pero suele haber muchos poderosos en el mundo y no les gusta compartir el poder, se pondrán la zancadilla entre ellos siempre que tengan oportunidad.

La clave de la cuestión estriba en que se le otorge a la verdad reconfortante más peso del que en realidad tiene. Cuando en un debate alguien usa una de ellas no puedo evitar el lanzarme a desarmarla, rara vez consigo convencer a mi interlocutor pues cree en algo que ha aprendido y nunca ha cuestionado.

Propongo que se cuestione esta sabiduría popular (incluyo los refranes) para no caer en la superficialidad.

5/10/08

Nos queda la palabra, ¿o no?

Quiero utilizar este post para denunciar un robo. Se ha producido de forma silenciosa, casi sin
darnos cuenta, poco a poco. Se trata de un robo que no afecta a ningún bien tangible, pero que hace que todos perdamos algo, quizás, una parte de nuestra memoria. Además, creo que va a ser muy difícil identificar a los ladrones. Eso se lo dejo a ustedes a ver si son capaces.
¡Nos han robado la palabra!

Me queda la palabra. Asi termina uno de los poemas más importantes de uno de los autores más grandes de nuestra posguerra. Blas de Otero, reclamaba a través de sus versos la paz y la palabra. Denunciaba que viviendo en un régimen de opresión extrema, con los derechos civiles y políticos más elementales cercenados, sólo le quedaba la palabra. Esa no la podían robar (eso creía él). Pertenecía a la conciencia colectiva y ahí estaba bien a salvo de las injerencias del régimen franquista.

40 años después, las cosas han cambiado, quizás se respira mejor. Sin embargo, hemos perdido la palabra. Otros se las han apropiado, de uno y otro lado. Por ejemplo las palabras socialista e izquierda (sentido político de la palabra) han sido expoliadas por nuestra socialdemocracia.
También se han apropiado de muchos símbolos nuestros: Miguel Hernández, Pablo Iglesias,... e incluso y esto es más polémico de la bandera española (este último hurto lo han hecho otros).
Todas estas palabras y símbolos han cambiado su significado en poco más de 30 años, dejnado huérfana de referentes a una parte de la sociedad.

Dejo algunas preguntas por si alguien se anima a comentar. ¿Qué sentido tiene la apropiación de palabras y símbolos?, ¿Cómo se ha producido?, son paranoias mías o ¿puede ser una estrategia político-mediática?


Si alguien está interesado en estos temas recomiendo un libro de Chomski que se llama los Guardianes de la Libertad.

Una de isma

Aqui les dejo la letra de una cancion de Ismael Serrano que me gustaría compartir. No se muy bien como ni por qué, pero cada vez que la oigo algo se me remueve por dentro, y más ahora que estamos terminando la carrera.... Poesía hecha musica:

Ahora:


Ahora que la adolescencia es un septiembre lejano,
humo de cerveza en un portal, un verano inacabado.
Algunos años en la facultad de ciencias,
papeles escritos, ron de Cuba, hojas de hierba,
un tren dormido en una vía muerta,
la luz de la ventana azul que siempre estaba abierta.

Ahora que quedan tan lejos las playas de Corfú,
las estaciones de trenes de Praga, Hamburgo o Estambul,
los viajes que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos,
la luz de una cafetería, los amores conversos.

Ahora que te cansas y las piscinas cierran,
y apura el último baño la luz de las estrellas.
Ahora que regreso a los lugares a donde quise huir
y nadie me espera allí.
Ahora que casi llego a fin de mes,
que amo a una mujer.


Que amo a una mujer.

Ahora que pago las facturas, que me besé en La Habana,
que sueño con Lacandona, que ya no escribo cartas,
que cumplimos más añós que promesas,
que se hunden nuestros corazones como la vieja Venecia,
que llego tarde a los cines y al fin del planeta,
que alquilo un pequeño piso en un castillo de arena.

Ahora que duelen las resacas y cortan como una navaja.
Ahora que nadie nos saluda por los bares de Malasaña,
que pido auxilio, besos y comida por teléfono,
que fumo flores y lloro a veces mientras duermo.
Ahora que tiemblo como un niño abandonado.
Ahora que viejos amigos nos han traicionado.

Ahora es el momento de volver a empezar, que empiece el carnaval,
la orgía en el Palacio de Invierno, de banderas y besos.
Se cayeron mis alas y yo no me rendí, así que ven aquí,
brindemos que hoy es siempre todavía,
que nunca me gustaron las despedidas.


Ya me dirán que les parece

4/10/08

Sarajevo, 29 de septiembre de 2008

Sarajevo despierta entre niebla. La mañana es fria, y la vista apenas percibe el final de la estrecha calle donde está el hostal. Una extraña sensación recorre mi cuerpo.
Desde primera hora de la mañana riadas de gente, recorren las destartaladas calles de la ciudad.
La otrora ciudad olímpica no sonríe. No puede olvidar su pasado. Los agujeros dejados por las balas se encuentran aún en muchas fachadas. Cada calle, cada rincón, nos recuerda los horrores de la guerra. Edificios derruidos, sin tejados, con cristales rotos que no han podido ser repuestos, pueblan el centro de la Jerusalem eslava. Sarajevo no puede olvidar

Salvo el primero de noviembre, nunca los cementereos me han producido tristeza. Más bien todo lo contrario, paz y tranquilidad. Sarajevo es la excepción. La ciudad toda ella es un cementereo.
Decenas, cientos, miles de tumbas inundan cada parque, manteniendo viva la tragedia de la guerra en la conciencia colectiva. Sarajevo no puede olvidar.

Sin embargo, hay otro tipo de difuntos que pueblan sus barrios. Como espectros, miles de muertos que aún respiran recorren en silencio, sin reparar en lo que sucede alrededor, sin ningún destino concreto cada calle de la ciudad. La desesperanza, el recuerdo, están tan presentes en sus rostros, como ausente la sonrisa. Bosnia entera asiste con incredulidad y resignación a las burlas de Karadzic al Tribunal de la Haya. El virus del miedo sigue latente en cada cuerpo. Las autoridades desconocen si existe vacuna contra esta enfermedad. Sarajevo no puede olvidar.

Los minaretes de las mezquitas conforman el atípico Skyline de una ciudad, en la que en menor medida, también están presentes ortodoxos y católicos. Los problemas en la ciudad están todavía muy recientes. La pacífica convivencia que un día fue ejemplo para el mundo parece lejos de conseguirse. De momento se respira una tensa paz. Algo es algo. Sarajevo no puede olvidar.

Bosnia no es Croacia. No tiene costa, ni resorts para veraneantes. A Sarajevo no llega el turismo. El simple nombre de la ciudad hace desistir de cualquier intento de visita. Todavía están presentes en nuestra memoria los tres años de asedio serbio que vivio la ciudad. Se nos representa como una ciudad en guerra, poblada de francotiradores. No es así, ya no. Quizás debiera cambiar de nombre. En Sarajevo no hay dinero (al contrario que en Croacia) para reconstruir su espléndido pasado, que aun se intuye entre unas ruinas que, poco a poco van levantándose. Sarajevo no puede olvidar.

Sarajevo muere del pasado reciente. La ciudad donde comenzó la Primera Guerra Mundial, que organizó los Juegos Olímpicos de Invierno en 1984 y que fue ejemplo de convivencia ha perdido parte de su memoria. Sólo recuerda los horrores de las guerra y la barbarie que durante 1000 dias sufrió la ciudad.

Con todo, Sarajevo tiene una belleza difícil de explicar. Atrapa. Roba las voluntades. Devuelve a otra persona vistiendo tu cuerpo.
El barrio Otomano, resplandece reconstruido en el centro de la ciudad antigua, laberíntica. Sólo a 300 metros, edificios en ruinas recuerdan las avenidas parisienses. Minaretes y campanarios históricos se confunden en el centro de Sarajevo. Al otro lado del río, el barrio de Skenderija, que un día fue conocido como el Montmartre del Este agoniza deshabitado. La reconstrucción va lenta. El día que termine, Sarajevo podrá olvidar y mirar al futuro.

Érase un hombre de una ciudad enamorado...