"Esta mañana tenemos una buena noticia para la democracia, el Tribunal Supremo ha ilegalizado el Partido Comunista de las Tierras Vascas..."
Así comenzaba el resumen informativo de Kissfm. Francamente, no me gusta que hayan partidos vinculados a organizaciones terroristas o que persigan objetivos ilícitos, pero una ilegalización de un partido NUNCA es una buena noticia para la democracia. La Ley de Partidos Polícos es un instrumento que debe ser cuestionado ya que puede dar lugar a abusos, especialmente si son las principales formaciones políticas las que designan a los magistrados del Tribunal Supremo y del Constitucional.
Por otro lado, leo en elpais.com la noticia. Parece hablar de la ilegalización, pero sólo habla de cuestiones procedimentales y someramente (tres líneas) comenta que la decisión se debió a motivos "de índole económica, y en concreto, a la estrategia común entre PCTV, ANV y Batasuna". Con un párrafo de tres líneas se considera que el ciudadano está suficientemente informado de los motivos de la resolución.
Hoy ha vuelto a ocurrir una tragedia para la democracia.
18/9/08
Hablemos de educación
Dada la importancia de esta materia y el interés que despierta en nosotros vamos a convertirla en uno de los temas recurrentes del blog. Para ello creo que lo mejor para iniciar el debate es empezar por el concepto de educación y empezar a construir desde cero.
¿Qué es la educación? No es una pregunta trivial, pero tenemos ayudas, la RAE nos dice:
educación.
(Del lat. educatĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de educar.
2. f. Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes.
3. f. Instrucción por medio de la acción docente.
4. f. Cortesía, urbanidad.
No sé qué pensareis vosotros, pero me parece que la RAE esquiva el problema, veamos su criterio respecto de educar:
educar.
(Del lat. educāre).
1. tr. Dirigir, encaminar, doctrinar.
2. tr. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc. Educar la inteligencia, la voluntad.
3. tr. Desarrollar las fuerzas físicas por medio del ejercicio, haciéndolas más aptas para su fin.
4. tr. Perfeccionar, afinar los sentidos. Educar el gusto.
5. tr. Enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía.
Me centraré en las dos primeras.
¿Dirigir, encaminar, doctrinar? Parece que nuestros académicos consiguieron definir perfectamente lo que NO es la educación y sin usar palabras con connotaciones negativas. O puede ser que definieran lo que es o debería ser la educación: (a)doctrinar, es decir, enseñar el camino correcto (el que otros consideran correcto). No me parece una perspectiva halagüeña.
¿Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales...? Esta tiene algo más de sentido, aunque nos deja con el problema de determinar cuales son las facultades que debemos desarrollar.
Mi concepción de la educación (por lo menos de lo que debería ser) comprende desarrollar y perfeccionar únicamente dos facultades: el pensamiento crítico y la creatividad. A través del pensamiento crítico dotamos al receptor de la capacidad para autodeterminarse, de encontrar su propio camino y de ser capaz de ver más allá de lo que le pongan delante de los ojos. Con pensamiento crítico no sería necesario dar indicaciones morales pues la construcción de una ética interna debería ser completamente autónoma (aunque podrían enseñarse los modelos existentes). La creatividad sería el siguiente escalón, cuando el sujeto compone algo nuevo, aportando a la humanidad su granito de arena. Esta creación es inicialmente la de la propia personalidad y posteriormente puede abarcar cualquier campo.
Esta teoría se puede atacar por la falta de mención a los conocimientos necesarios para poder vivir en el mundo actual. La idea es que los conocimientos se empiecen a impartir cuando el receptor ya haya alcanzado un mínimo de pensamiento crítico, un mínimo tal que le impulse a adquirir nociones, es el educado quién ve la necesidad de conocer.
Por supuesto, esto se trata de un mundo ideal pero ya comenté que empezaremos desde cero. En mi próximo post hablaré de como podemos hacer que la realidad se parezca un poco más a la ficción.
A los más atrevidos les invito a dejar su concepto de educación.
¿Qué es la educación? No es una pregunta trivial, pero tenemos ayudas, la RAE nos dice:
educación.
(Del lat. educatĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de educar.
2. f. Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes.
3. f. Instrucción por medio de la acción docente.
4. f. Cortesía, urbanidad.
No sé qué pensareis vosotros, pero me parece que la RAE esquiva el problema, veamos su criterio respecto de educar:
educar.
(Del lat. educāre).
1. tr. Dirigir, encaminar, doctrinar.
2. tr. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc. Educar la inteligencia, la voluntad.
3. tr. Desarrollar las fuerzas físicas por medio del ejercicio, haciéndolas más aptas para su fin.
4. tr. Perfeccionar, afinar los sentidos. Educar el gusto.
5. tr. Enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía.
Me centraré en las dos primeras.
¿Dirigir, encaminar, doctrinar? Parece que nuestros académicos consiguieron definir perfectamente lo que NO es la educación y sin usar palabras con connotaciones negativas. O puede ser que definieran lo que es o debería ser la educación: (a)doctrinar, es decir, enseñar el camino correcto (el que otros consideran correcto). No me parece una perspectiva halagüeña.
¿Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales...? Esta tiene algo más de sentido, aunque nos deja con el problema de determinar cuales son las facultades que debemos desarrollar.
Mi concepción de la educación (por lo menos de lo que debería ser) comprende desarrollar y perfeccionar únicamente dos facultades: el pensamiento crítico y la creatividad. A través del pensamiento crítico dotamos al receptor de la capacidad para autodeterminarse, de encontrar su propio camino y de ser capaz de ver más allá de lo que le pongan delante de los ojos. Con pensamiento crítico no sería necesario dar indicaciones morales pues la construcción de una ética interna debería ser completamente autónoma (aunque podrían enseñarse los modelos existentes). La creatividad sería el siguiente escalón, cuando el sujeto compone algo nuevo, aportando a la humanidad su granito de arena. Esta creación es inicialmente la de la propia personalidad y posteriormente puede abarcar cualquier campo.
Esta teoría se puede atacar por la falta de mención a los conocimientos necesarios para poder vivir en el mundo actual. La idea es que los conocimientos se empiecen a impartir cuando el receptor ya haya alcanzado un mínimo de pensamiento crítico, un mínimo tal que le impulse a adquirir nociones, es el educado quién ve la necesidad de conocer.
Por supuesto, esto se trata de un mundo ideal pero ya comenté que empezaremos desde cero. En mi próximo post hablaré de como podemos hacer que la realidad se parezca un poco más a la ficción.
A los más atrevidos les invito a dejar su concepto de educación.
15/9/08
Quien no es revolucionario a los 20....
Voy a empezar este post comentando uno de nuestros refranes más populares, que al menos yo (y puedo asegurar que no soy el único) estoy harto de escuchar a mi alrededor.
Dice el saber popular que el que a los 20 no es revolucionario (o rebelde, o de izquierdas, el refrán tiene numerosas versiones, en cualquier caso no es lo mismo una cosa que otra, pero ese es tema para otro post) no tiene corazón, y el que a los 40 no es conservador (o de derechas, o reaccionario, tampoco son palabras sinónimas, aunque en este caso el debate terminológico me preocupa menos) no tiene cabeza.
Adelanto mi conclusión: no estoy de acuerdo con el refrán, además me parece especialmente sangrante. Pienso que la rebeldía y el inconformismo (que no el ser de derechas o de izquierdas) no los provocan las hormonas, sino la reflexión, la formación y el conocimiento de nuestro entorno. Creo que ninguno de estos factores se altera por sí mísmo con el paso de los años. De cambiar, irían a más.
En cualquier caso, me gustaría matizar lo señalado en el párrafo anterior. Las hormonas no afectan la conciencia político-social, pero sí es cierto que quizás lleven a defender las posiciones ideológicas de forma más enérgica, y sobre todo a ser más expeditivo a la hora de materializar esas ideas. Quizás en este punto, si atribuimos al término revolucionario connotaciones violentas y no sólo ideológicas, podamos entender al menos la primera parte del refrán.
Volvamos al tema central. La principal conclusión que me gustaría tuviera esta reflexión sobre nuestro castizo refrán es la importancia de formarse. Para los que pensamos que otro mundo no sólo es posible sino también necesario, creo que la formación (económica, política y literaria) es la herramienta fundamental que permitirá el cambio. Sólo a través de ésta podemos comprender las verdaderas causas de los problemas y por tanto plantear soluciones factibles y efectivas a estos. Hay que tratar de canalizar "científicamente" (no malinterpreten el término por favor, me refiero a comprender por qué suceden) todos estos impulsos rebeldes que sufrimos cuando vemos al FMI expropiar países, o comentar a unos tipejos por la tele que la inmigración "ilegal" aumenta debido al efecto llamada que provocó la ley de regularización.
Una adecuada formación nos permitirá un análisis más profundo de la realidad que nos rodea (y que nos muestra la tele) y hará que seamos capaces de comprender y explicar los acontecimientos cotidianos sin recurrir a topicazos perroflaúticos.
Otro de los efectos de ésta es que impide que la rebeldía se convierta en una moda pasajera, asociada a una época de la vida, y cuando alguien nos diga que si no somos de izquierdas ahora, ¿cuando lo vamos a ser?, podremos responder que toda la vida.
Nuestra rebeldía, la útil, la que terminará por cambiar el mundo (a mejor) es atemporal, y tiene su razón de existir en la reflexión, el conocimiento y la sensibilidad.
Personalmente, me da vértigo la simple idea de que dentro de unos años, pueda mirarme al espejo y no reconocer mi imagen. Me causa verdadero miedo la posibilidad de convertirme en una de esas personas con traje y gomina que cuando chocas con ellos por la calle ni siquiera se dignan a mirarte.
Termino el post proponiendo algunas lecturas actuales, fáciles de comprender, criticables por supuesto, pero bastante ilustrativas de lo expuesto en el texto:
Conversaciones: José Luis Sampedro-Carlos Taibo.
El beneficio es lo que cuenta: Noam Chomsky (obviar por favor la parte conspiranoica del libro)
El malestar en la globalización: Stiglizt
EL banquero de los pobres: Mohamed Yunus
Dice el saber popular que el que a los 20 no es revolucionario (o rebelde, o de izquierdas, el refrán tiene numerosas versiones, en cualquier caso no es lo mismo una cosa que otra, pero ese es tema para otro post) no tiene corazón, y el que a los 40 no es conservador (o de derechas, o reaccionario, tampoco son palabras sinónimas, aunque en este caso el debate terminológico me preocupa menos) no tiene cabeza.
Adelanto mi conclusión: no estoy de acuerdo con el refrán, además me parece especialmente sangrante. Pienso que la rebeldía y el inconformismo (que no el ser de derechas o de izquierdas) no los provocan las hormonas, sino la reflexión, la formación y el conocimiento de nuestro entorno. Creo que ninguno de estos factores se altera por sí mísmo con el paso de los años. De cambiar, irían a más.
En cualquier caso, me gustaría matizar lo señalado en el párrafo anterior. Las hormonas no afectan la conciencia político-social, pero sí es cierto que quizás lleven a defender las posiciones ideológicas de forma más enérgica, y sobre todo a ser más expeditivo a la hora de materializar esas ideas. Quizás en este punto, si atribuimos al término revolucionario connotaciones violentas y no sólo ideológicas, podamos entender al menos la primera parte del refrán.
Volvamos al tema central. La principal conclusión que me gustaría tuviera esta reflexión sobre nuestro castizo refrán es la importancia de formarse. Para los que pensamos que otro mundo no sólo es posible sino también necesario, creo que la formación (económica, política y literaria) es la herramienta fundamental que permitirá el cambio. Sólo a través de ésta podemos comprender las verdaderas causas de los problemas y por tanto plantear soluciones factibles y efectivas a estos. Hay que tratar de canalizar "científicamente" (no malinterpreten el término por favor, me refiero a comprender por qué suceden) todos estos impulsos rebeldes que sufrimos cuando vemos al FMI expropiar países, o comentar a unos tipejos por la tele que la inmigración "ilegal" aumenta debido al efecto llamada que provocó la ley de regularización.
Una adecuada formación nos permitirá un análisis más profundo de la realidad que nos rodea (y que nos muestra la tele) y hará que seamos capaces de comprender y explicar los acontecimientos cotidianos sin recurrir a topicazos perroflaúticos.
Otro de los efectos de ésta es que impide que la rebeldía se convierta en una moda pasajera, asociada a una época de la vida, y cuando alguien nos diga que si no somos de izquierdas ahora, ¿cuando lo vamos a ser?, podremos responder que toda la vida.
Nuestra rebeldía, la útil, la que terminará por cambiar el mundo (a mejor) es atemporal, y tiene su razón de existir en la reflexión, el conocimiento y la sensibilidad.
Personalmente, me da vértigo la simple idea de que dentro de unos años, pueda mirarme al espejo y no reconocer mi imagen. Me causa verdadero miedo la posibilidad de convertirme en una de esas personas con traje y gomina que cuando chocas con ellos por la calle ni siquiera se dignan a mirarte.
Termino el post proponiendo algunas lecturas actuales, fáciles de comprender, criticables por supuesto, pero bastante ilustrativas de lo expuesto en el texto:
Conversaciones: José Luis Sampedro-Carlos Taibo.
El beneficio es lo que cuenta: Noam Chomsky (obviar por favor la parte conspiranoica del libro)
El malestar en la globalización: Stiglizt
EL banquero de los pobres: Mohamed Yunus
Etiquetas:
Educación,
Sueño con serpientes
11/9/08
Las instituciones suicidas
Hace poco me topé con un libro que hacía referencia a las “instituciones suicidas” y me llamó mucho la atención. El concepto de instituciones suicidas lo introduce Ernesto Garzón Valdés en un libro con ese nombre, pese a que no he podido leerlo la idea es la siguiente.
Existen dos instituciones, el mercado y la democracia, que protegen el ejercicio de la libertad individual, pero por su propia naturaleza tienden a autodestruirse (por ejemplo la democracia con el ascenso de los nazis). El único criterio que tenemos para evitar llegar a esta situación es la ética. Por medio de una revisión moral nos aseguramos de que sigan cumpliendo su función.
Atendiendo a lo dicho, parece que se acerca el momento de que la democracia pase la ITV (con el mercado no me meto porque creo que el autor no debería haberlo metido dentro del saco de las instituciones protectoras de la libertad). Se me ocurre otra cosa, la democracia es un buen invento y aún así no deja de parecerme que resulta un “second best”, algo un tanto anticuado.
¿Cómo es que no hemos corregido sus fallos después de tanto tiempo?
¿Podríamos hallar un instrumento mejor para garantizar la libertad individual?, ¿y como instrumento político?
Estoy ansioso por leer vuestras respuestas.
Existen dos instituciones, el mercado y la democracia, que protegen el ejercicio de la libertad individual, pero por su propia naturaleza tienden a autodestruirse (por ejemplo la democracia con el ascenso de los nazis). El único criterio que tenemos para evitar llegar a esta situación es la ética. Por medio de una revisión moral nos aseguramos de que sigan cumpliendo su función.
Atendiendo a lo dicho, parece que se acerca el momento de que la democracia pase la ITV (con el mercado no me meto porque creo que el autor no debería haberlo metido dentro del saco de las instituciones protectoras de la libertad). Se me ocurre otra cosa, la democracia es un buen invento y aún así no deja de parecerme que resulta un “second best”, algo un tanto anticuado.
¿Cómo es que no hemos corregido sus fallos después de tanto tiempo?
¿Podríamos hallar un instrumento mejor para garantizar la libertad individual?, ¿y como instrumento político?
Estoy ansioso por leer vuestras respuestas.
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