Existen dos tipos de personas. A las que les gusta Lisboa (o les gustaría, si nunca han estado) y a las que no.
Es una clasificación que no obedece a un determinado gusto estético o artístico. Lisboa te gusta o no, pero no sabes muy bien por qué. Estuve allí hace 2 años y espero tener la oportunidad de volver pronto.
Hace unas pocas semanas he estado en Génova. Con Génova pasa un poco como con Lisboa, o te atrapa irremediablemente o te deja completamente indiferente. Parte de mí se quedó en el barrio portuario Genovés. Comentando con los compañeros Erasmus (no estamos muy lejos de Génova, y aunque no aparece entre los principales destinos turísticos de Italia, resulta atractivo acercarse por allí), confirmé mis sospechas.
La similitud entre ambas ciudades va mucho más allá de lo arquitectónico (que resulta evidente pues se trata de dos ciudades portuarias edificadas sobre colinas, con estrechas callejuelas y cuyo casco histórico se remonta en su mayor parte a los siglos XV y XVI).
Como en Lisboa, en Génova se intuye un pasado glorioso. Estas ciudades fueron durante el renacimiento dos de las principales metrópolis del mundo. De Génova (patria de marineros y comerciantes) salió el dinero que hizo posible la conquista del nuevo mundo. De Lisboa, partieron las grandes embarcaciones que llegaron a la India , Brasil y el Cabo de Buena Esperanza.
Frente a este espléndido pasado, hoy en día ninguna de estas ciudades suenan como punteras en ningún sentido a nivel europeo, y no digamos mundial. Tampoco se trata de ciudades demasiado turísticas. Es realmente poco probable ver turistas por las calles del barrio portuario genovés y tampoco es demasiado común ver sacafotos en la Alfama ni en Gracia.
Sus edificios recuerdan a esas viejas que aunque vencidas por el tiempo, un día fueron hermosísimas, y no se resignan a perder su atractivo. Quizás sea esa lucha contra sí mismas, lo que haga de estas ciudades lugares inolvidables.
Ambas ciudades comparten también una vocación marinera. Tanto Génova como Lisboa han dependido del mar toda su historia antigua. Del mar vino su riqueza, y más tarde, su decadencia. Como Lisboa, Génova se construye en torno al puerto, el punto más bajo de la ciudad. Desde allí ascienden en tortuosas colinas todos los barrios de la urbe. La vocación marinera de estas dos ciudades, tan relevante históricamente como ausente hoy en día, parece impregnar todavía el carácter de sus habitantes tanto como el recuerdo de un esplendor que ya queda muy lejano.
Definitavemente sí, el espíritu de las ciudades no lo hace su arquitectura sino sus habitantes. Génova y Lisboa comparten algo más que arquitecturas semejantes, comparten un pasado y un presente, comparten una vocación común, comparten un mismo espíritu.
18/12/08
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